Historias, anectodas, frases, curiosidades y otras yerbas

18 de mayo de 2010

Pollo al caucho (Parte II)

Nuestro siguiente destino en busca del trofeo animal  fue el pueblo de La Florida. Es un pueblo  de no muchos habitantes que está ubicado debajo del murallón del dique que lleva el mismo nombre. Estimando que era sabado a la siesta y la gente de campo suele dormir en esos días, nos animamos a hacer una expedición por las calles de tierra de ese lugar. Avistábamos gallinas por doquier, pero siempre en zonas muy “céntricas” o demasiado populares, cosa que lo único que lograba hacer era avivar nuestra sed de sangre. Finalmente decidimos recorrer un camino que iba por la costanera de un arroyo el cual parecía perderse levemente del caserío. Fue grande nuestra emoción al ver que en las costas del arroyo se veían no solo gallinas, sino también varios patos. Operando un poco mas precavidamente, siguiendo las sabias palabras de quien fue, en ocasiones, nuestro compañero de viajes como también nuestro salvador en otras, dijimos: “tipo precavido, elabora un plan de caza”. Frenamos el auto varios metros antes, Juan se alejó por el camino tratando de encerrar a los animales desde el lado contrario por el cual iba a atacar yo acompañado por el “nono” Vila. Comenzamos a cerrarnos poco a poco hacia los de pico duro, no queríamos apurarnos, teníamos muchas presas y debíamos esperar que se separe una del montón para hacerla nuestra. Ya nos habían avistado hace unos momentos cuando la primer gallina se dio a la fuga seguida del resto de sus compañeras y los patos que aprovechando la escaramuza corrieron hacia el lado de Juan, el cual no logró atinarle a ninguno de los tantos animales que lo cruzaban asustados y terminamos como en la anterior hazaña corriendo tras una manada de animales, con el agravante que esta vez casi terminamos en el agua.















Habiendo comprobado que el instinto cazador del hombre adquirido tras miles de años de evolución se vio olvidado en alguna de las etapas del proceso evolutivo, sin llegarnos aquellas experiencias en que un grupo de humanos podía contra un mamut, y a nosotros se nos cagaba de risa cualquier gallina (que con el correr de la tarde fueron ganándose nuestro respeto respecto a su simpática forma de caminar con la cual nos burlaban tan hábilmente), decidimos emprender el regreso. En un ambiente de decepción, y antes de tomar la autopista que nos conduciría en unos minutos a nuestros hogares, hicimos una visita por el pueblo viejo de La Florida, del cual hay muchas historias de fantasmas, espíritus, brujas y salamancas como es común en todo pueblo antiguo o semiabandonado. El lugar es básicamente un par de casas distribuidas a lo largo de una recta de aproximadamente dos cuadras de largo, que en su comienzo se ubica una iglesia abandonada. Luego de recorrer la recta principal y advertir que había más de una familia viviendo en las rusticas casas, el camino nos obligó a doblar a la derecha para continuar circulando en nuestro vehículo. Pero fue en ese momento que nuestro sueño de sábado se reavivó como quien sopla unas brasas para prender el fuego. A diez metros de distancia y en línea recta se ubicaban dos gallinas comiendo maíz del suelo, y una de ellas lo hacía en el medio del camino. Las posibilidades no podían haber sido mejores. Sin decir nada Luis pisó el acelerador y encaró hacia la gallina que esperaba sin advertir nuestra presencia. Nos acercábamos cada vez más y no se movía, faltando unos metros y ya a toda velocidad, el animal levantó su cuello mirándonos e intento salir corriendo. Pero ya era muy tarde, el conductor con una exquisita maniobra logró darle un golpe con la rueda delantera izquierda que la dejó dando mortales en el camino. Giramos en U, se bajó Maxi con una bolsa y la cargamos en el auto. Suponíamos que no nos había visto nadie, así que retomamos la recta principal del pueblo y recorriéndola con toda tranquilidad hacia la salida escuchamos un grito con acento de paisano: “¡Devolvé la gallina che!”. Parecía ser su dueño quien la reclamaba, pero nadie iba a quitarnos nuestro banquete de esa noche.

Con nuestro objetivo cumplido, deberíamos pasar a la segunda etapa, transformar ese cadáver en un alimento. Antes de realizar esa tarea, pasamos de visita a los abuelos de Luis, que al contarles la hazaña, se ofrecieron para ayudarnos a limpiar la gallina. Viniendo de gente que  vivió en el campo donde limpiar los animales para comerlos era muy común, la ayuda fue excelente y la experiencia muy fructuosa.

Ya cayendo el sol, estábamos preparados para el banquete. Definimos lugar, hora, bebida y todo lo necesario para regocijarnos con nuestro premio. Llegado el momento, Juan, el cocinero del grupo (quien se ganó el lugar por sus grandes dotes en esa labor), puso el pollo a la parrilla junto a unos chorizos para acompañar. La noche transcurría con normalidad esperando con ansias el alimento y queriendo comprobar esa frase de que lo robado sabe más rico. Al fin llego, todos en la mesa, con sus platos servidos, un brindis de por medio y al ataque mis valientes. Los cubiertos despedazaban la carne y los primeros bocados fueron saboreados. Las caras no eran precisamente las del mejor gusto, y empezaron a correrse comentarios de que la carne estaba chiclosa y dura. Bocados más tarde, ya nadie pudo seguir comiendo el desgraciado pollo y terminamos conformándonos con los chorizos.
Días después, en una charla sobre lo ocurrido con la abuela de Luis, luego de contarle sobre el mal sabor de la presa, paso a respondernos con mucha gracia:

-Pero claro! Debe haber sido ponedora y las ponedoras no se comen.

Fue desde ese día, que todos sabemos que las gallinas que ponen huevos, no sirven para la parrilla.


3 comentarios:

  1. jajajajaajajajajaa!!! que culiadoooo!! no se pudieron haber comido una ponedoraaa!!! jajaja!! me haces acordar a mi viejo q una noche medio empedo con sus amigos no se dieron cuenta y sacaron una de ellas del gallinero!! despues se quisieron matar al probarla!! jajaja

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  2. jhajajajajaj tremenda historia conclucion las que ponen no se comen (?) :O

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  3. Son cosas que pasan!
    Igual yo no aplicaria la definicion de "Las que la ponen no se comen" a todos los campos de la vida :O jajaja :P

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